jueves, 2 de septiembre de 2010

Mártires de Daimiel

En el artículo anterior el Delegado del Obispado de Ciudad Real D. Francisco del Campo Real bajo el título de “Memoria Agradecida” se refería al martirio sufrido por el que fuera Obispo de Ciudad Real D. Narciso de Estenaga y Echevarría así como a los innumerables mártires que en aquellos infaustos meses se produjeron en la Diócesis. Nos parece justo rememorar aquí la biografía de los sacerdotes diocesanos mártires en Daimiel, por confesar su fe.

Inicia la serie D. Santiago García de Mateos y Chaparro, Párroco de Santa María la Mayor de Daimiel y Arcipreste. Esta es la síntesis de su biografía autorizada.

Santiago García de Mateos y Chaparro nace el 6 de febrero de 1869 en La Solana (Ciudad Real). Estudia en el Seminario de Ciudad Real con brillantes resultados académicos y es ordenado Presbítero de manos del Obispo Prior, doctor Josemaría Rancés Villanueva, el 14 de octubre de 1894, "extra tempora", en Ciudad Real.
Como estudiante y seminarista, primero; después, a penas terminados los estudios eclesiásticos, como profesor del seminario, y al final como sacerdote y Párroco, gozó del máximo prestigio en la diócesis y fue uno de los nueve párrocos consultores en la Curia Diocesana.
Desempeñó cargos parroquiales como Vicario de la Parroquia de San Pedro de Daimiel desde el 1900 en que llega a esta ciudad, hasta su muerte en 1936 siendo Cura Propio de Santa María por el Concurso de 1904. Declinó los honores de la Catedral y de las canonjías que el obispo Gandásegui le brindara.
Iniciada la guerra de julio del 1936, fue obligado a entregar las llaves del templo de Santa María y a pagar el sueldo de los que montaban guardia -"custodiarlo"- profanándolo, devastándolo y arrasándolo.
Personalmente fue objeto de incesantes vejaciones, insultos y despojos, hasta verse obligado a dejar la casa rectoral y es acogido en casa de don Joaquín Fisac, feligrés de la parroquia.
Citado reiteradas veces a declarar en la “checa de las Mínimas”, en la noche del 23 de agosto de 1936, habiendo sido encerrado a las doce del día, se dijo que fue arrastrado por un auto en veloz carrera a todo lo largo del camino del cementerio, espectáculo horroroso presenciado por el Coadjutor, don Francisco Rodríguez de Guzmán, martirizado el mismo día 23 de agosto, hecho que al parecer fue desmentido en los procesos posteriores a la guerra.
Sacerdote ejemplar, cura párroco y Arcipreste de Santa María, desde el momento de su muerte, así como los nueve compañeros ejemplares han sido considerados por el pueblo de Daimiel como mártires y la motivación de la muerte, sola y exclusivamente por la condición de sacerdotes, según el testimonio del Párroco, testigo de los acontecimientos de la guerra y consignado con detalle en el libro de Bautismo, fol. 29 vt y 30s.

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