miércoles, 4 de julio de 2012

Santo Tomás

El martes 3 de julio la Iglesia ha celebrado la festividad del Apóstol Santo Tomás. Se sabe poco de los Apóstoles pero lo suficiente para conocer su fidelidad a Jesús y su fe que les hace llegar al martirio. Santo Tomás es muy conocido por el relato de su encuentro con Jesús después de la Resurrección y como las dudas sobre si efectivamente había resucitado son definitivamente resueltas de modo que el apóstol cae de rodillas y exclama "¡¡ Señor mío, Dios mío !! que es la más clara y terminante declaración de fe. Pero hay otro pasaje que contrapuesto al de la duda pone de manifiesto una fe y fortaleza rayana en el heroísmo.   San Juan  relata en el capítulo 10 de su Evangelio pasajes en los que Jesús aparece cada día más acosado por los judíos, preludio de la semana trágica de la Crucifixión. Al final de ese capítulo narra como por segunda vez estuvieron a punto de lapidarlo. Jesús y los Apóstoles salieron de Judea y fueron  a la orilla del Jordán, donde Juan había bautizado al principio y allí se quedaron. Estando en ese lugar, reciben un aviso de que Lázaro, el hermano de Marta y María había caído enfermo. Vivía en Betania, muy cerca de Jesrusalén. Jesús hace algunas consideraciones sobre el hecho y permanecen todavía dos días en el lugar. Al cabo Jesús decide :" Vamos otra vez a Judea" y los discipulos "Rabbi, hace poco te buscaban los judíos para lapidarte y ¿vas a volver allí?. Continúa el dialogo y finalmente Jesús decide "Vayamos donde esta él"  Por supuesto que la decisión no debió de hacerles mucha gracia a los discípulos por cuanto que suponía volver a la zona donde muy recientemente habían estado expuestos a la agresión. Tienen miedo y no todos debían de estar conformes con volver a Jerusalén. Y aquí surge el hombre providencial, con una intervención rayana en lo heróico y que prueba su fe, dispuesto a seguirle aun cuando ponga en riesgo su propia vida. Tomás, el Mellizo, dice a los otros discípulos :" Vayamos también nosotros a morir con él" Y fueron todos. Leído en San Juan, cap.11, 1-20.

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