domingo, 19 de junio de 2011

Un mártir de Almadén

El jueves 17 de junio fue enviado al peródico Lanza de Ciudad Real el sencillo artículo con el título que encabeza estas lineas. No ha merecido los honores de su publicación, por lo que volvemos a ser dueños de su contenido. Era este:



UN MARTIR EN ALMADEN

En este año 2011 se cumplen 75 de la muerte, en martirio, por causa de su fe, del sacerdote Ángel Muñoz de Morales Sánchez Cano, coadjutor de la Parroquia de Nuestra Señora de la Estrella de Almadén.
Ángel nació en Daimiel el 17 de julio de 1911, -el centenario de su nacimiento está por tanto muy cerca,- e ingresó muy joven en el Seminario Diocesano de Ciudad Real. Cuando cursaba el tercer curso se quedó huérfano de padre. Su madre, quedó viuda con tres hijos menores de edad y con grandes apuros y una beca para Ángel pudo asistir a la consagración de éste como sacerdote el 24 de diciembre de 1933.
A principios de 1934 fue destinado como coadjutor a la Parroquia de Almadén y allí se trasladó y con él toda su familia, su madre y sus tres hermanos.
En las primeras horas del 21 de septiembre de 1936, Ángel, junto con cuatro seglares, fue fusilado en el Km 17 de la carretera a Agudo. Había cumplido 25 años de edad y dos y medio de sacerdocio.
Su martirio y el testimonio de su fe ha sido reconocido por la Iglesia lo que está incluido en una Causa de beatificación junto con otros mártires, causa que sigue su curso, hasta que la autoridad eclesiástica competente apruebe la Causa y proceda a su glorificación. Por ello se hizo merecedor del título de Siervo de Dios.
Cuando eso suceda la comarca de Almadén se verá también incorporada a la multitud de pueblos, lugares y territorios que han enriquecido con su toponimia el santoral de la Iglesia Católica.
Para que llegue ese día las gentes de Almadén, además de pedir que se les conceda la gracia de la Beatificación, han de sentirse identificadas con su mártir, vivir el ejemplo de su testimonio y pedirle que interceda para que puedan soportar y vencer las pruebas, tribulaciones, amenazas y riesgos a que la vida cotidiana actual nos somete.
Que la calle que en el núcleo urbano está dedicada a la memoria del Siervo de Dios sirva no solo de referente callejero sino para iluminar el sentimiento de hermandad, incrementar la fe y fortalecer la causa de la paz.

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