Hoy, 10 de octubre de 2011, la Iglesia conmemora a santo Tomás de Villanueva, uno de los santos gloria de la Diócesis de Ciudad Real.
Nació en Fuenllana (Ciudad Real) en 1488, lugar muy cercano a Villanueva de los Infantes donde sus padres poseían una rica hacienda.
Desde muy joven Tomás fue un esforzado de la caridad, en su más extenso sentido. Todo lo que tenía lo iba dando a los que más lo necesitaban. Su austeridad en todos los aspectos de su vida, fue conocida por todos los vecinos que tuvieron la oportunidad de convivir con él. Eran continuas sus acciones caritativas a favor de los más pobres, los huérfanos, los enfermos….
Ingresó en la Orden de los Agustinos en Salamanca y en 1518 fue ordenado sacerdote. A pesar de los importantes cargos a los que fue promovido, entre ellos el de confesor de Carlos I, no dejó nunca de ejercer la caridad. Se esforzó continuamente en que la limosna no se quedará solamente ahí, en la reparación inmediata, sin más, de la necesidad, sino que procuró solucionar definitivamente la pobreza, lográndolo en muchísimos casos en que, por ejemplo, consiguió dar trabajo a los pobres. A este respecto cabe citar lo que escribió:“ La limosna no es solo dar, sino sacar de la necesidad al que la padece y librarla de ella cuando fuere posible.”
También por su caridad se distinguió en el gobierno de la Archidiócesis de Valencia de la que fue nombrado Arzobispo en 1544.
Pese a que descolló también por su preparación en las ciencias humanas y sagradas, por su oratoria de la que han quedado escritos de famosos sermones, sobresalió por su celo apostólico y prudencia, pero sobre todo por su caridad y la austeridad rayana en la pobreza en la que vivió.
Murió en Valencia, en 1755 y fue canonizado en 1658.
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