FIN DE UN AÑO JUBILAR.......

La Diócesis de Barbastro- Monzón, va a clausurar el próximo 13 de agosto el Año Jubilar que ha venido celebrando con motivo del 75 aniversario de los mártires víctimas de la persecución religiosa de 1936.
Los datos han sido recogidos de la web www.mártiresdebarbastro.org. Son los siguientes:
En 1936 la Diócesis de Barbastro no incluía como actualmente la circunscripción de Monzón y contaba con 38.000 habitantes. Las víctimas del sangriento estallido de odio fueron:
1 Obispo
13 Canónigos
114 sacerdotes
5 seminaristas
51 misioneros claretianos
9 de las Escuelas Pías
18 benedictinos del Pueyo.
Todos estos suman 211 entre sacerdotes y consagrados.
Además fueron sacrificados numerosos seglares vinculados a la Acción Católica o que lo fueron por el simple hecho de ser católicos. Entre ellos destaca una persona de etnia gitana, “El Pelé” Ceferino Jiménez Malla, Beatificado por Juan Pablo II en 1997.
El Obispo de la Diócesis lo era entonces D. Florentino Asensio y fue bárbaramente mutilado antes de ser muerto. Fue Beatificado también en 1997.
Entre los mártires destaca el conjunto de la Casa de Formación de los Claretianos, la gran mayoría jóvenes entre los veinte y los treinta años, muertos en varias “sacas”, de la última de las cuales, el 13 de agosto, se conserva la carta de despedida escrita por el seminarista Faustino Pérez, que es un modelo de amor a Dios y a la Virgen, de fe y de confianza ante la muerte. Fue escrita en envolturas de tabletas de chocolate y fueron entregadas a dos seminaristas que por tener nacionalidad argentina fueron conducidos a Barcelona y más tarde liberados.
El 25 de octubre de 1992, SS el Beato Juan Pablo II beatificó a los 51 misioneros y el mensaje que pronunció para la ocasión comenzó diciendo “¡¡ Es todo un Seminario el que afronta con generosidad y valentía su ofrenda martirial al Señor!!”
La Diócesis de Barbastro-Monzón ha dado todo un ejemplo de admiración y devoción a sus mártires y ha celebrado el 75 aniversario de su martirio con un año Jubilar, con un ejercicio de perdón tal y como hicieron aquellos mártires que murieron perdonando a quienes de aquella manera violenta y bárbara los sacrificaban.