No me aguanto las ganas de expresar mi profundísima fe y admiración en Santo Tomas Moro. Es cierto que todos los Santos lo son sin que se puedan establecer categorías, pero si hay alguno que pueda tener una actualidad permanente, este es Santo Tomás Moro. Casado y cuatro hijos. Enviuda. Se vuelve a casar con una viuda. Experto en Leyes. Escritor de reconocido prestigio, entra en política y Enrique VIII, le nombra ¡nada menos! que Lord Canciller. Es decir primerísima figura en el Gobierno de Inglaterra. Está en la cumbre del poder, respetado y halagado por todos. Nada digamos de lo satisfechos que estarían con él sus hijos y su esposa. Pero llega el momento decisivo " Soy buen servidor del Rey, pero primero Dios" Y cuando el Rey con la pretensión de anular su matrimonio y casarse de nuevo, rompe con la unidad de la Iglesia, Santo Tomás, le dice que no. Que ese no es un asunto civil, sino que afecta directamente a sus convicciones religiosas. Es encarcelado en la Torre de Londres junto con el Obispo Juan Fisher. Este es decapitado. Y poco después sufre la misma suerte Tomás Moro. ¿Nos imaginamos las presiones de todo tipo que tuvo que padecer Tomás Moro y que rechazó porque su conciencia le exigía seguir hasta el final ? Y claro que apuró hasta el final la senda de su martirio. ¡Qué ejemplo para los relativistas, los del "si pero", los confortables y tantos otros que todos conocemos.
La Iglesia Católica lo canonizó en 1935, su fiesta el 22 de junio y es curioso que también es venerado por la Iglesia Anglicana,ésta en el aniversario de su martirio el 6 de junio.
Al mismo tiempo que Tomás Moro también fue canonizado el Obispo San Juan Fisher. Que se me perdono pero pienso que los méritos, a los ojos de los que somos de infanteria, no son los mismos.
jueves, 18 de febrero de 2010
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