"Podemos imaginarnos a muchos de los santos y santas haciendo obras portentosas y llevando una vida extraordinaria. Pero estos hermanos nuestros, ton cercanos, andando a diario por los lugares y caminos que nosotros recorremos, nos hablan de otra santidad: la que se hoce en lo cotidiano de la vida, en la fidelidad sencilla al compromiso de seguimiento de Jesucristo, fidelidad probada en el sufrimiento hasta el final con la entrega de la propia vida.
La muerte de Jesucristo, el
mártir por excelencia ,no fue un hecho aislado y desconectado de lo que
fuera su vida. Más bien fue el momento culminante de todo ello. Así es
también para la vida y la muerte de sus discípulos. Nuestro hermano Ángel Muñoz
de Morales aceptó, como todo mártir de la historia cristiana, sufrir una muerte
violenta antes que ser infiel al testimonio que había dado durante toda
su vida. Es, pues, ante todo a través de lo propia vida -vivida hasta el fondo-
como el cristiano llega a ser mártir. En este sentido, el martirio nunca se improvisa,
sino que madura en las pequeñas fidelidades de cada momento.
Con el recuerdo de D. Ángel
queremos dar gloria y gracias a Dios y buscar el bien de los hombres. Nuestro
objetivo es hacernos más fieles en la fe vivida en dificultades, más capaces de
perdonar a los demás, más sensibles al sufrimiento de tantas víctimas en
nuestro mundo, más trabajadores por la reconciliación y la paz. Es cierto que
esto nos obliga a recordar un pasado histórico que ha marcado efectivamente a
muchas personas de forma diferente. Pero cuando en la tradición cristiana se
habla de hacer memoria, sobre todo se refiere al desvelamiento de la
misericordia divina. El recuerdo está vinculado a la fortaleza que Dios
da a los débiles, al perdón que ofrece por las infidelidades y al aliento que
inspira para seguir esperando en sus promesas mientras caminamos por la
historia. Estamos llamados a hacer memoria en sentido bíblico-evangélico, no en
el sentido de la política o de una ideología Por ello, queremos vivir
esta celebración hacia la compasión y la comprensión, hacia una auténtica reconciliación
desde la celebración del recuerdo y la esperanza del reconocimiento eclesial.
La muerte de los testigos
cristianos está unida a la de las demás víctimas de la espiral de la violencia.
Ángel murió en una página desgraciada de nuestra historia en la que hubo
numerosas víctimas. Su sangre se mezcló con !a de muchos hombres y mujeres.
Cuando los cristianos recordamos a los mártires no sólo hocemos memoria de los
nuestros, sino que recordamos a todas las víctimas, sean del bando que sean,
porque todas las víctimas están del mismo lado. La sensibilidad evangélica
hacia quienes más sufren hace que no nos moleste, sino al contrario, que
veamos y celebremos la misteriosa comunión de todos los víctimas
inocentes en la historia de la pasión. Esta sensibilidad al sufrimiento
ajeno está por encimo de ideologías o políticas, y tal vez seo lo único capaz
de librarnos de cualquier tipo de totalitarismo.
Como hermanos vinculados a la
comunidad cristiana de Almadén, nada nos hará mayor bien que vivir a la luz del
testimonio de Ángel. Su vida se convierte en antorcha que guía nuestro futuro.
Hemos oído de sus virtudes, de su valentía, de su fe, de su perdón. Ahora
queremos que la Iglesia lo proponga como modelo de vida cristiana para todo el
pueblo.”
Obsérvese como las ideas de reconciliación,
comprensión y compasión iluminan el seguimiento de la vida y
martirio del Siervo de Dios Ángel. No es posible ser su seguidor sin la firme y
sincera convicción en ellas.
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