EL
PERFIL DEL SANTO PARA EL TERCER MILENIO
La
santidad es metahistórica, en el sentido de que es la misma ayer,
hoy y siempre: es santo quien deja actuar completamente a Dios en su
vida, sin reservarse ni siquiera un resquicio para sí. La santidad
consiste esencialmente en una plena y total identificación con
Cristo. Con referencia a la relación íntima y vital de Jesucristo
con quienes han sido regenerados por las aguas del bautismo, San
Pablo afirma de manera clara y tajante respecto de sí mismo: «No
soy yo el que vive, sino que es Cristo quien vive en mí»
(Gal 2,
20), palabras que pueden igualmente aplicarse a todo bautizado.
" La
santidad es metahistórica, pero, a la vez, está profundamente
encarnada y enraizada en la historia.
La vida de los santos nos muestra un ejemplo de cómo se hizo
realidad en sus circunstancias concretas la identificación con
Jesucristo. Durante siglos, ha prevalecido en las biografías de los
santos un género literario que tiende a dejar de lado su respuesta
cotidiana a los impulsos de la gracia y a exaltar gestas heroicas
rodeadas de un halo de leyenda. Hemos
de precisar que esas almas no se han santificado mediante actos
esporádicos, sino por la fidelidad con la que han sabido ser
heroicos esforzándose por buscar la voluntad de Dios en el
cumplimiento de sus deberes ordinarios de cada día: es este el
aspecto en el que debemos imitarles.
Entonces,
¿cuál
es, por decirlo así, el "perfil actual" del santo?
Hay que subrayar dos rasgos: el primero, que la
llamada a la santidad es universal;
no hay un hombre ni una mujer para quien el proyecto de Dios - obra
de artesanía, no de fabricación en serie- se quede en algo menos
que en esa identificación con Jesucristo en la cual consiste la
santidad. Y el segundo rasgo,
que el ámbito de esa santidad es aquel que el Papa Juan Pablo II
solía llamar "nivel alto de la vida cristiana ordinaria":
buscar a
Dios en el cumplimiento fiel de la tarea diaria propia de cada uno.
El
Espíritu Santo tiene mucha imaginación y mucha experiencia en
presentarnos hombres nuevos - que eso son los santos- a lo
largo de la historia. Tan nuevos que uno del siglo I resultará
atractivo y sorprendente también en el siglo XXI.
Quien entra a fondo en el alma de un santo descubre que no es ni
viejo ni moderno, sino que siempre es nuevo, por su identificación
con Cristo, y siempre tiene para nosotros un mensaje nuevo, adecuado
para que el hombre y la mujer de cualquier tiempo no envejezca. Se
puede decir que el perfil del santo, de cada santo, nunca deja de ser
actual, porque lo ha modelado el Espíritu de Cristo.
.-o-O-o-.
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