jueves, 27 de mayo de 2010

LA PROCLAMACIÓN OFICIAL DE LA SANTIDAD DE LOS HIJOS DE LA IGLESIA
I ) Iniciación del Proceso. Siervo de Dios

Muchas veces los fieles nos hemos hecho una pregunta muy simple, que casi siempre se ha quedado sin una respuesta clara y terminante. ¿Qué es un Beato? ¿Cómo se canoniza a un Santo?

Para redactar estas líneas que tratan de contestar a esas preguntas el que esto escribe se ha inspirado en el “Epílogo” ( pag.201 a 209), de un libro editado por Edibesa del que es autor D. Francisco del Campo Real, Delegado para la Causa de los Santos en el Obispado de Ciudad Real, titulado “Mártires de Ciudad Real. El Obispo Narciso de Estenaga y diez diocesanos mártires”.

Dado que todos los miembros de la Iglesia estamos llamados a la santidad, es bueno que la propia Iglesia reconozca públicamente de forma oficial la santidad de alguno de sus miembros, cuyas virtudes heroicas han de servir de modelo a todos los miembros de la Iglesia. El camino que sigue la Iglesia hasta la declaración de santidad se llama proceso.

La propuesta para la declaración de santidad de un cristiano se inicia en la Iglesia local. Las fases procesales son fundamentalmente dos: la diocesana, básica por ser en ella donde se inicia el proceso y la romana que verifica aquella inicial y la extiende a toda la Iglesia.

El Obispo de la Diócesis donde murió la persona de que se trate es el competente para abrir el procedimiento. Desde ese momento la persona puede ser llamada Siervo de Dios. El Obispo es informado sobre la vida, sus virtudes, la fama de santidad o bien del martirio del Siervo de Dios y si considera que todo ello tiene suficiente fundamento, establece una consulta a la Conferencia Episcopal y recibido el visto bueno de esta inicia el proceso de Beatificación.

Entran en acción los censores teólogos, que examinarán los escritos publicados por el Siervo de Dios. Si el voto de estos teólogos es favorable, es decir certifican que no existe contenido en contra de la fe o las costumbres, el Obispo nombra una comisión histórica que reunirá los escritos no publicados y todos los documentos que puedan tener una relación con la causa. Si el informe es favorable el Obispo constituye un tribunal, que interrogará a los testigos acerca de la vida, muerte, virtudes y fama de santidad, y en su caso sobre el martirio sufrido por el Siervo de Dios.

Terminados todos estos requisitos, el proceso, con toda la documentación recogida, se envía a la Congregación para la Causa de los Santos, en el Vaticano.

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