La apreciación Siervo de Dios es el primer paso hacia la posible canonización de un bautizado. El procedimiento lo inicia el Obispo del lugar en el que murió el personaje de que se trata. Es informado sobre su virtud, la fama de santidad, las virtudes o su martirio y si considera que todo ello tiene el consiguiente fundamento, inicia, luego de la consulta a la Conferencia Episcopal de su territorio, el proceso de beatificación. Desde el momento del inicio del proceso de beatificación, la persona afectada recibe el apelativo de Siervo de Dios.
La sola acreditación de haber sufrido martirio y muerte por causa de la fe, es suficiente para que sea iniciado el proceso de beatificación, sin que, naturalmente, se prescinda de los restantes testimonios y pruebas antes enumeradas.
La palabra mártir significa testigo fiel, fiable, seguro. Han sido inumerables los cristianos muertos por causa de su fe desde el origen del cristianismo. El Catecismo de la Iglesia Católica afirma, nº 2473, que el martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe, designa un testimonio que llega hasta la muerte. El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad, de la fe y de la doctrina cristiana. Soporta la muerte mediante un acto de fortaleza.
Todas estas consideraciones pueden ampliarse con la lectura del libro "Mártires de Ciudad Real" editado por Edibesa, de la que es autor, Francisco del Campo Real. Delegado desde el año 2001 para la Causa de los Santos, en la Diócesis de Ciudad Real.